miércoles, 23 de junio de 2010

Nuevo numero de periodico CNT nº368


[Periódico cnt] Nº 368 en la calle y en la red

Ya está disponible para todo aquel que quiera hacer uso del periódico
"cnt" nº 368 correspondiente al mes de Junio de 2010. Al precio de 1,5€ en
los diferentes sindicatos o bien por internet.

En este número destacamos las siguientes noticias en portada e interiores:

* El gobierno se quita la careta
* Grecia: momentos de inflexión
* Condenan a Amadeu Casellas a tres años de prisión tras un nuevo
juicio-montaje
* Gaceta sindical y económica // Entrevista a trabajadores de Marsans,
al borde la quiebra por los manejos del presidente de la CEOE
* Global // El 1º de Mayo internacional
* Memoria e historia // Amadeo Hernández, instantes en el que tuvo el
rumbo de la historia en sus manos
* Actualidad // Los transgénicos avanzan por la imposición de las
multinacionales y la complicidad del Estado
* Opinión // ¿Cuándo se aprobó la pena de muerte en Ciudad Juárez?
* Cultura // Hablamos con Poupées Électriques en la presentación de su
último proyecto, CNT 1910-2010 Viva la Utopía

http://www.cnt-ait.tv/d/1139-2/cnt_368_web.pdf

https://webmail.cnt.es/?_task=mail&_id=8475775824c176201d428d&_action=compose


A continuación reproducimos la editorial elaborada por la redacción del
periódico:

La solución a la crisis

Las crisis económicas son consustanciales al sistema capitalista. Se
producen periódicamente, desde que tal sistema existe, para desgracia de la
Humanidad. Lo más curioso es que las crisis del capitalismo son crisis de
superproducción, a diferencia de otras épocas en las que las crisis no
ocurrían por sobreabundancia de productos, sino por escasez o carencia de
los mismos, lo que acarreaba grandes hambrunas con su cortejo de
enfermedades y muerte.

En cualquier caso, no seremos nosotros quienes digamos a los capitalistas
qué deben hacer para superar una crisis de la que sólo ellos son
responsables, pero de la que -como ocurre siempre- sólo los asalariados
pagaremos las consecuencias. Para nosotros la crisis es permanente; lo
único que cambia es que en algunos momentos -como en los actuales- nuestra
situación se agrava. Al fin y al cabo, el problema reside en la correlación
de fuerzas entre dos clases sociales con intereses contrapuestos,
antagónicos: la clase burguesa, que detenta la propiedad exclusiva de los
medios de producción y de distribución, y la clase proletaria, que no posee
más que su fuerza de trabajo manual o intelectual y que, por ello, tiende a
vender esa fuerza al precio más alto posible. El salario del trabajador, y
por ende el trabajador mismo, es sólo un concepto más de los que integran
el coste de producción, exactamente igual que la maquinaria, el fluido
eléctrico o el combustible. Y cuando se considera así al trabajador, y no
como a un ser humano, se le puede despedir sin contemplaciones, rebajar el
sueldo, humillar, acosar para que él mismo rescinda voluntariamente el
contrato de trabajo ahorrándose el empresario la indemnización por despido
improcedente, etc. Cuando se hace abstracción de la condición humana de
otros seres, cuando se les deshumaniza, se puede hacer con ellos lo que se
quiera, sin remordimientos ni escrúpulos morales de ningún tipo. Y eso es,
ni más ni menos, lo que los capitalistas hacen con nosotros.

Aunque hemos dicho más arriba que no diremos a los capitalistas qué deben
hacer para salir de SU crisis, no podemos permanecer callados ante las
medidas anunciadas por el gobierno, que se traducirán en brevísimo plazo en
un decretazo antiobrero a añadir a la larga lista de los promulgados
durante los años de existencia de esto que llaman pomposamente régimen
democrático. Y tenemos que decir que rebajar el sueldo a los funcionarios,
congelar las pensiones o eliminar la retroactividad de los efectos
económicos en las resoluciones derivadas de la Ley de Dependencia -entre
otras medidas- no es el camino más apropiado para solucionar la llamada
crisis, y contarán con la oposición decidida de la CNT.

Sin pretender ser exhaustivos, vamos a citar algunas medidas que deberían
adoptarse, sin tocar para nada a los funcionarios, los pensionistas o los
dependientes:

– Eliminación de las subvenciones a los partidos, sindicatos y
organizaciones empresariales (que se financien exclusivamente con las
cuotas y donativos de sus afiliados).

– Eliminación de las subvenciones a las ONG, organizaciones que,
paradójicamente, no pueden ser más gubernamentales, al depender
económicamente del gobierno de turno. Además, esas organizaciones no
gubernamentales dependen o de la iglesia católica (gran parte de ellas) o
de los partidos, los sindicatos o la patronal, que tienen así otra vía más
de financiación.

– Desaparición del sistema autonómico. Además de mantener al gobierno
central, mantenemos a todos los gobiernos de las autonomías, con el
consiguiente encarecimiento y la proliferación del caciquismo y la
corrupción. Es evidente que ello supondría la reforma de la Constitución de
1978, pero si por vía de urgencia se puede atentar contra los derechos
económicos y sociales de los trabajadores, no podemos admitir que revista
dificultad alguna cualquier otra reforma legal, aunque se trate de la
Constitución a la que, por cierto, los libertarios ni votamos ni aceptamos.

– Desaparición de varios ministerios claramente inútiles (lo ideal sería
la desaparición de todo el Gobierno).

Podrían haberse evitado los gastos ocasionados por el Plan España 2000,
pero eso no tiene remedio, aunque sólo ha servido para disfrazar un poco el
paro en la construcción, realizando obras innecesarias e incluso absurdas,
en no pocos casos.

Lo cierto es que nos encontramos inmersos en el liberalismo a ultranza, y
es correcta la expresión neoliberalismo que se suele emplear, porque ya no
se trata (como en el liberalismo clásico) de dos clases sociales
enfrentadas y el Estado como una especie de árbitro, sino que la burguesía
ha conquistado el Estado y lo ha puesto a su servicio directo, para
asegurarse de que cumple la función para la que fue creado: garantizar la
dominación política de la burguesía sobre los trabajadores, condición
indispensable para poder seguir explotándonos perpetuamente.

¿Qué podemos hacer? Desde luego, organizarnos para la lucha contra el
Sistema, porque desapareciendo el capitalismo desaparecerán las crisis. Los
grandes males sólo pueden combatirse con grandes remedios, y tales remedios
no consisten, por supuesto, en una huelga general de 24 horas, suponiendo
que UGT y CCOO se atrevan a convocarla, lo que es mucho suponer, y en el
mejor de los casos sería una válvula de escape para la presión que les
hacen los trabajadores, incluidas sus propias bases.

Una huelga general indefinida, que paralice el país hasta que el Gobierno
retire las medidas antiobreras y antisociales y que sirva de aglutinante
para que los trabajadores recuperen la conciencia de clase y actúen unidos,
con la mirada puesta en la destrucción del sistema capitalista por medio de
la revolución social, es el único medicamento eficaz contra las
enfermedades congénitas del propio sistema.

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